Vera Fauna: “Dime dónde estamos”


Por: Juanjo Frontera 

Creo que la razón de que haya procrastinado tanto la reseña de este disco es porque me tenía totalmente obnubilado. Si me permiten la nota personal, he llegado muy tarde a Vera Fauna. De hecho, caí en ellos de retruque, a causa de la participación de uno de sus miembros, Alex Fernández, en un disco que me gusta mucho: el debut de la gaditana Manola, titulado "El Sótano", que se publicó el año pasado. A raíz de escribir y documentarme sobre este disco, descubrí que Fernández lo había coproducido y como me gusta mucho el sonido que lograron, decidí indagar en su banda, que precisamente anunciaba en ese momento nuevo disco. El que nos ocupa. 

Vera Fauna llevan ya una década refinando un sonido cuyos primeros frutos llegaron con "Dudas y Flores" (2020) y su fresca mezcla de neo psicodelia y raíces folk. Con "Los Años Mejores" (2023) manifestaron una personalidad con poca comparación posible a lo largo y ancho del territorio nacional, pero es que con Dime Dónde Estamos (2023) directamente han partido la pana. 

Cuando uno escucha “Sale el sol”, tema con el que anticiparon el disco, inmediatamente cae en la cuenta de que algo único pasa ahí. La frescura, la melodía pegajosa, las guitarras afiladas pero cristalinas, el groove irresistible, ese acento andaluz al que -benditos ellos- se niegan a renunciar, son elementos todos ellos que en conjunción generan un tema de esos que no te puedes saltar en el reproductor. Algo te fuerza a escuchar una y otra vez, algo te hace parte a tí, sí, a tí, de esta fiesta. 

¿Y si la fiesta se extendiera a todo el disco? No suele ocurrir, pero podría ser. Una flecha tan certera en la diana no suele repetirse. Hacer extensible el efecto bomba de ese tema a nueve más… ¡ufff! Pero entonces uno pincha el disco (muy bonito en formato vinilo, por cierto) y vuelve a ocurrir: la primera, “Tu voz”, con ese inicio comprimido, como si la canción saliera de una burbuja sónica, vuelve a ser un tsunami al cual eres incapaz de resistir. Las letra contiene, además, esa agradable ambigüedad nostálgica que combinada con los ritmos funk nos hace identificarnos con ese echar de menos la voz de alguien que está lejos, pero sin malos rollos. 

De hecho, el buen rollo, el buenísimo rollo, es el gran acierto aquí. Incluso aunque la amargura ante la precariedad (de la juventud y los músicos) como la que contiene la de nuevo certera “Un atraco” nos tome al asalto. Pero oiga, tocar fondo a nivel económico y personal no tiene por qué sonar triste. Al mal tiempo buena cara, pero sin dejar de decir las cosas que hay que decir. Maniobra difícil que Vera Fauna, sin embargo cumple no sólo con precisión, sino con un talento desbordante, que se refleja en todo lo que ocurre aquí. 

De nuevo letra y música alcanzan la perfección en el que quizá sea el single más claro del disco, “No me digas la verdad”, que cuenta además con la colaboración de Noni Meyers (Antonio López) y que debería ser todo un número uno, al menos en un mundo ideal. A estas alturas, uno ya ha entendido perfectamente que le han conquistado, que no hay forma de dejar de escuchar esto. Mantener la atención del personal en los tiempos rápidos y aciagos que corren es dificilísimo, repito, y aquí sin embargo parece suceder de forma extremadamente fácil y natural. 

Sin altibajo alguno, el álbum persiste en su perfección: la ensoñadora “Mi cabeza” da clara muestra de las extraordinarias texturas que la banda ha logrado con la producción de este disco, que acomete el propio Álex Fernandez junto al cordobés Raúl Pérez. Un disco en que la banda ha absorbido influencias de la música disco o de la urbana y las ha combinado con esa burbujeante capacidad que tienen ellos, y sólo ellos, de fabricar pop saleroso y psicodélico. Lo mismo pasa con la canción titular, otra de las más reflexivas del lote, o también con la fantástica y primaveral “Los grillos”, o en “Me destruye”, junto a Ángeles Toledano, en una segunda cara que parece más orientada a la introspección. 

Así lo confirma la fantástica dupla que cierra el disco: “Un día más” de nuevo nos sume en esa extraña sensación de nostálgico bienestar que parece sobrevolar todo; y la lisérgica “Como no te veo” se encarga de poner guinda a un pastel que no es un pastel cualquiera, sino una absoluta delicatessen, una pieza maestra de arquitectura pop ajena a corrientes y modas que va a ser tremendamente difícil de superar, en su disciplina, durante el año que nos ocupa. Firme candidato a disco del año cantado en castellano. Y me da igual el país del que hablemos.