El verano es un buen momento para ponerse al día respecto a ciertas novedades a las que por diversas circunstancias no se le ha prestado el caso que realmente merecían, algo que por otra parte es más común de lo que pueda parecer puesto que diariamente no dejan de aparecer en el mercado canciones y discos a los que es imposible acercarse en el mismo momento de su edición, afortunadamente la música es un ente cultural que merece ser disfrutada con reposo, o, al menos, así debería ser.
Bajo el paradigma más arriba comentado encontramos uno de los trabajos aparecidos bastantes meses atrás que se escapó de mi radar personal, estoy hablando “Ya no duele mal”, el debut en formato larga duración de LA MILAGROSA, un curioso compendio de canciones que funcionan de manera más que efectiva entre un pop de guitarras limpias, acertadas ambientaciones y bajos marcadamente after-punk que sirven de acomodo sonoro a unas letras cristalinas plenas de desamor, extravío y anhelos que se clavan profundamente en el corazón por su cercanía y cotidianeidad ajenas a cualquier amago de impostación.
El pop saltarín con arpegios de “Tripitir” es una fenomenal forma de abrir boca, con la sombra juguetona de “This Charming Man” asomando en su desarrollo, perfecto anticipo a “Ponzano”, un hitazo en toda regla con ese bajo que se clava por dentro mientras clamamos al viento por nuestra condición de “bichos raros” con absoluto orgullo, y a “Me paso por tu zona”, gamberra y punk; claman contra la inmediatez y lo vacío de este mundo en “Anestesiado” y nos invitan a bailar con languidez en “La danza de la muerte”.
La segunda parte se abre con “Héroes y villanos”, las más floja del minutaje, y la fenomenal “Ya no me duele mal”, con la ventana de la esperanza abierta a un posible amor que no acaba de confirmarse, continuando con la bella melancolía y añoranza que encierra “Carlos tiburón”, un bonito recuerdo a los tiempos pasados de amistad y fraternidad, cerrando con la gráfica “La vida es una mierda pero a veces mola un poco”, finiquitando de esta forma un primer trabajo de categoría donde los males comunes de una generación emergen con voz propia una vez más a la superficie, demostrando que actualmente dentro de nuestro pop florecen las propuestas emergentes que en no mucho tiempo están llamadas a acumular grandes audiencias, tal y como pudimos comprobar semanas atrás durante el fenomenal concierto que nos regalaron en el Canela Party.