Depedro: "Un Lugar Perfecto"


Por: Javier Capapé.

Después de ocho discos de lo más variado, desde el brillo panamericano a las revisiones en forma de duetos, los discos infantiles, la cercanía al pop o un directo explosivo, Jairo Zavala nos presenta un noveno alto en el camino que respira novedad dentro de los cánones más reconocibles del madrileño.

El venezolano Gustavo Guerrero (el diablo de las maderas ardientes) produce un disco conciso, como marcan los tiempos, pero al que apenas le sobra nada para reconocer los aires que siempre han definido la música de Depedro, aunque buscando aquí más accesibilidad y cercanía. Con ciertas métricas y matices diferentes, que vuelven a mirar a los lazos que nos unen al continente americano (se nota que la experiencia con Calexico sigue estando presente), pero sin olvidarse de buscar también en la raíz más cercana, esa que ha estado unida siempre a la tradición del cantante folk, sobretodo por la forma en la que encara las canciones y las acerca más al oyente, con mensajes claros y los elementos necesarios para hacer fácil lo complejo. 

Un disco con la esperanza como santo y seña, que define sus letras cargadas de pasión por el camino en lugar de por el fin. Depedro disfruta más del intento que de las metas, del aprendizaje que de la lección cumplida. Ese ha sido siempre su estilo y lo conserva con más fundamento si cabe en este "Lugar perfecto", que lejos de pretender ser eso, gusta más de adentrarse en recovecos e imperfecciones que consiguen definir las coordenadas de este artista. 

El álbum se abre con el que fue el primer adelanto del mismo hace ya casi medio año. La canción que le da título es precisamente una reflexión sobre buscar ese lugar ansiado cuando empezamos a entender que una relación se pierde. Buscar en lo cotidiano lo relevante, que al final es lo perfecto. Una bossa eléctrica que se emparenta con los primeros compases que dio Jairo Zavala con su debut hace ya más de quince años. Con "La Gloria" volvemos a encontrarnos con "El Pasajero" en una cumbia errante de luminoso estribillo. "La siembra", como si de unas semillas crecientes se tratase, se desliza entre cuerdas y percusiones mientras crece resaltando el costumbrismo y lo terrenal para realzar lo mágico. 

"Habilidad" es muy Drexler, de ese que "amaba la trama más que el desenlace", casi como un hermano en este camino que va de la canción de autor al pop. Los mimbres acústicos rezuman ese pop en cada fraseo para desembocar en un estribillo que aboga por encumbrar los errores como aprendizaje diario. La siguiente, "Coreografía", que cierra la primera parte del disco, se viste de rítmica soul acelerada que transmite una energía necesaria en un disco algo más pausado de la cuenta dentro de los cánones del madrileño, aunque no pierde sus toques acústicos. Mención especial merece esa guitarra que traza un elevado solo al final del tema. 

El que fuera el último avance del disco abre la cara B. "Ojalá el amor nos salve" es como una proclama con la esperanza como bandera que se mueve con pulso fresco y cautivador. Su mensaje optimista engancha sin sonar impostado porque Jairo siempre consigue que suene real su discurso. Sigue su línea más pop a pesar de estar apoyada en la raíz latina, aunque para representar el viaje multicultural del disco tenemos "Niño con piel de cuero", donde suena desde un laúd a un bombo legüero e incluso una guitarra eléctrica, que casi es la única vez que se deja entrever en el disco, dando al conjunto un aire transfronterizo desde latinoamérica a África (hay cierto aire a Youssou N'Dour por momentos), donde casi todos los elementos de la música de Depedro se dan cabida, clara muestra de su amplio espectro. Su letra muestra igualmente ese espíritu abierto y multicultural que le define. 

La guitarra arpegiada es la absoluta protagonista de "Fábula de la diferencia", que luce más básica, con los elementos justos, iniciándose en la línea del cantautor clásico que va incorporado elementos como el violín, el contrabajo o el piano sutil sin perder ese tono pausado, reclamando las diferencias más como una solución que como un problema. Las cuerdas de O Kwarteto sostienen "Lo que va pasando" en una línea continuista con la anterior, pero más sugerente en su estribillo y con una melodía más accesible, signo de que es una de las canciones emblema del lote, con protagonismo en las relaciones humanas que nos sujetan mientras la vida, como reza su título, va pasando. Y el viaje termina con "Niebla", de nuevo una canción desnuda que muestra ese momento en el que nuestras vidas y recuerdos se difuminan. 

El menos es más le sienta muy bien a estas canciones, que dejan muchos elementos accesorios fuera para acercarnos más a las melodías puras y a las letras. Puede que Depedro sea más directo esta vez, más cercano a la canción de autor, aunque sin perder su tono mestizo. Ser más directo permite reconocerle, pero a la vez encontrar algo nuevo en él, sobre todo en la segunda parte del disco. 

Definitivamente este es un disco para viajar, pero no tanto en busca de ese "lugar perfecto" si no para deleitarse en el placer del viaje, cual nómada que se sabe más afortunado por lo recorrido que por la meta a alcanzar. Y es que en el camino está el verdadero disfrute del trayecto, muchas veces más que en el propio destino. Eso es lo que nos quiere transmitir Jairo de una forma clara, con las relaciones humanas como trasfondo de sus letras y con la mirada puesta en lo que nos brinda la tierra en forma de mestizaje con su música. Abran bien sus oídos y no se cansen de buscar ese "lugar perfecto" porque en estas diez canciones está solo el principio.

Fidel Oltra: “Los sueños de La Dama se Esconde, conversaciones con Nacho Goberna”


Por: Javier González. 

Esta es una historia de “Armarios y Camas”, enmarcada entre tonos azul cielo y verdes campestres donde resuena el rumor de fondo del mar Cantábrico. De un Agrimensor convertido en Dama delicada, alérgica a la sobreexposición mediática. Es el reflejo de una personalidad calada por el txirimiri norteño. De un niño criado en el prolífico y siempre talentoso barrio del Gros donostiarra amante de la música. Una aventura escrita entre referencias a Kafka y Tolkien. La crónica vital de un tipo que agarró con una mano el viento y con la otra sostuvo su libertad creativa. Un creador sin par: evocador, delicado y certero. “Un Regalo” que nos acerca en un puñado de páginas a mundo interior convertido en “La Tierra de los Sueños”. 

Un maravilloso viaje capitaneado por Fidel Oltra, bajo la edición de los siempre acertados compañeros de Muzikalia, quienes vuelven a dar en el clavo al reivindicar a uno de los mejores compositores que ha alumbrado la historia del pop patrio. Y es que el nombre de La Dama se Esconde, aquel maravilloso grupo al que dieron vida Ignacio Valencia y Nacho Goberna, suele pasar desapercibida cuando alguien recuerda a las grandes bandas de nuestra música, un hecho a todas luces injusto, pues su bagaje musical se sustenta por sí solo y la particularidad de las letras que siempre defendieron con exquisito gusto, deberían hacerles merecedores de una reivindicación mayor por parte de cualquier aficionado a la música que se precie, una puesta en valor que jamás negaron nombres tan importantes para el indie patrio como Jorge Martí y Antonio Luque

Muchos son los acontecimientos que se relatan en esta obra, siempre con tino y una bella lírica que roza lo poético. Abarcando la infancia de Nacho, quien habla con profundo amor de su madre, Inés Goberna, y padre, el mítico Pahiño, uno de los máximos goleadores en la historia del Real Madrid todavía hoy, señalado en la época por “rojo” debido a sus ideas políticas contrarias a la dictadura franquista, y también de la adolescencia, donde tanto le marcaron sus viajes a la otra orilla del Bidasoa, cruzando a la republicana Francia, para surtirse de material musical, pocos años antes de que diera forma a Agrimensor K y a La Dama se Esconde junto a su mejor amigo, Ignacio Valencia

No fue fácil el traslado a Madrid, abandonar su tierra y verse en la capital, de la que no reniega -y donde sigue viviendo todavía-, encerrado horas y horas en su habitación, escribiendo y componiendo. Viviendo, sin participar de las luces de la “movida”, el progresivo crecimiento de La Dama se Esconde, desmenuzando cada trabajo, la forma de composición de sus canciones y los medios técnicos para desarrollar las grabaciones; la absorción de DRO por parte de Warner, sin que su libertad creativa se viera acotada, y desgranando la forma en que afrontaba el estrellato, con calma y sin afectación, dando a entender con orgullo que la banda llegó comercialmente donde debía, básicamente porque ellos tampoco hubieran disfrutado haciendo más alardes para obtener un mayor reconocimiento, defendiendo una actitud que le honra como persona y creador. 

Llegando a los capítulos finales con parada en sus dos álbumes en solitario, “Transparente” y “Un Bosque de Té Verde”, éste último editado bajo su propio sello, “Closer Pornography”, donde publicaba bandas alternativas que consideraba interesantes, y en la web que desarrolla junto a su compañera, Emma Rodríguez, “Lecturas Sumergidas”, un proyectó independiente más que interesante, rematando con la casi certeza de que ni habrá más discos con La Dama se Esconde ni muy probablemente defendiendo su propio nombre. 

Al leer “Los sueños de la Dama se Esconde” uno encuentra los porqués a la belleza que destilaba el bueno de Nacho en sus canciones; a cada página vuelve a aparecer aquella calma y sensibilidad, una evocación poética única que brilla en nuestras vidas desde hace cuarenta años, cuando siendo apenas niños nos topábamos con un tipo tan llamativo y distinto, quien parapetado tras su gorra hablaba de otros universos y mundos posibles acompañados de sonoridades relativamente acústicas, acompañadas de sintes y cajas de ritmos. 

Qué suerte haber compartido espacio con Nacho Goberna y sentir que sus canciones nos han rozado, que nos acompañan desde la infancia. Y que doble fortuna haber podido cruzarnos con él alguna noche en el Costello de Madrid y haberle podido entrevistar años atrás. Artistas como él han mejorado el argumento de nuestras vidas y ahora que se ha abierto en canal en esta gran semblanza, emociona comprobar que la obra y el creador son dos caras simétricas de una misma moneda.

Entrevista: Alcalá Norte


“Somos tres amigos que se juntaron para hacer una cosa marciana de ciudali” 

Por: Javier González.

Alcalá Norte son una cosa muy seria; ya parecían anunciarlo en cada uno de los adelantos que nos iban regalando desde hace tiempo, hasta que por fin la semana pasada publicaron su homónimo debut, superando las expectativas generadas en un disco rotundo en el que predomina un post-punk de alta escuela donde la cotidianeidad y el barrionalismo sobresalen en un collage de textos divertidos, socarrones y críticos, capaces de desarmar mientras son cantados a voz en grito. 

Amantes del frikismo ilustrado, mezclan pasajes bíblicos con litronas, habitaciones oscuras conviven al lado de batallas de la primera Guerra Mundial; aluden a Jünger y Tolkien a la par que acuden a “Todocolección” para mostrar su amor incondicional por la figura aspiracional del mítico Antonio Alcántara

Alcalá Norte son desde ya parte de lo mejor del pop-rock madrileño, una maravillosa aberración cuyo plan secreto pasa por hacer que una multitud los persiga como oscuro objeto de deseo, tal y como nos confiesa en esta entrevista sin filtros su batería, Jaime Barbosa

Vienen dispuestos a pegarse “La Vida Cañón” con un espíritu desinhibido y cheli, escuchar sus canciones es sinónimo de querer juntar cuatro perras para buscar en Idealista un pisito en “La Calle Elfo” con intención de poder vivir cerca de estos gamberros, golfos y deslenguados que han grabado un caramelito con el que han conseguido dejar el listón bien alto. Os dejamos en compañía de una de las sensaciones de la temporada, cuidado que son adictivos como descarados. Avisados estáis.

Vayamos directos al grano. ¿Cómo surgió esta maravilla llamada a romper con todo que lleva por nombre Alcalá Norte? 

Jaime: Mira, tenía un grupo antes de versiones punkis, nos llamábamos Guarrerías Preciados. Allí estuve siete años, fue el sitio donde comencé a tocar la batería, ya que nunca lo había hecho antes. Ahí empezó la tontería. Me acabé yendo porque no hacíamos “ná”. Me cansé. Entonces Juanpi, el guitarrista, ya me conocía de mi anterior grupo, habíamos intentado hacer algo juntos, pero nunca cuadraba. Al irme le dije “tú, ahora sí que sí, vamos a juntarnos para hacer algo”. Y el día que nos juntamos para ver qué hacíamos estaba también Rivas que es colega nuestro, “Ah, qué guay, vais a ir a un local a cantar algo y tal”. El caso es que pensamos un par de canciones que fueron “Boys don´t Cry” de The Cure y “Perlas Ensangrentadas” de Alaska y Dinarama. Y el Rivas empezó “Qué guay, ¿puedo ir a verlo?”. Y le dijimos “¿Quieres cantarlas tú?”. Y dijo, “Vale”. Y así empezó. Eso fue en diciembre de 2019. 

Cinco años con pandemia de por medio, tiempo más que suficiente para que el proyecto se hubiera ido al garete. 

Jaime: Sí, ya no solo la pandemia, la gente que ha entrado y se ha ido. Han pasado un montón de cosas que nosotros mismos hemos pensado: “¿cómo es posible haber llegado hasta aquí?”. Todo eran problemas. La formación ha ido cambiando por diferentes motivos. Ha sido difícil por ese aspecto. Juanpi se fue a vivir a Suecia, que sigue allí, y viene para algunos conciertos, así que fíjate. Hemos ido parcheando como hemos podido. Para Rivas, Juanpi y yo, la cosa va más allá de la música. Somos tres amigos que se juntaron para hacer una cosa marciana de “ciudali”. Siempre pensamos que si tardamos más o hay que apañar, lo haremos, pero vamos a intentar llevarlo adelante. Hasta ahora. Y al final, fíjate. 

Venís de ambientes musicales totalmente distintos y públicamente, Administrador, amenaza en redes a todo aquel que osé decir que la banda hace post-punk. ¿Cómo podemos definir vuestro sonido para evitar ser golpeados con saña? 

Jaime: La cosa es que el sonido que se empezó a hacer fue por descarte. En mi otro grupo acabé hasta las pelotas de tocar canciones de grupos como Eskorbuto, Los Porretas, Cicatriz y La Polla Records, que me gustan mucho y están muy bien, pero siempre hacíamos lo mismo. Le dije a Juanpi, “mira, tío, lo que quieras, lo que te apetezca porque quiero dejar lo que hacía antes”. A Rivas y a Juanpi les gusta mucho el rollito Oasis, Stones Roses… también a Juanpi le molan mucho The Smiths, que a mí también, pero luego le gusta el indie noventero español, como Los Planetas. A mí no, a mí me gusta el heavy y el flamenco. El caso es que lo que nos podía poner en común era el tema ochentero oscurita, new wave, rollo Joy Division y The Cure, que no es que yo hubiera oído mucho más allá de Parálisis Permanente. Era algo que por probar estaba bien, todavía no había salido Depresión Sonora y probamos con el rollo del post-punk, pero ya te digo, por descarte. Luego la gente que ha ido viniendo, venían de su padre y su madre. Describir el sonido es complicado simplemente porque es el que sale. Me parece más sano y bonito que en las bandas a cada uno le guste una cosa, para que cada uno aporte su estilo y se cree un Frankenstein nuevo. Si te montas un grupo de seguidores solo de Iron Maiden, te va a quedar Iron Maiden, mal. Ya fue, ya está y está muy bien. No intentamos más que hacer lo que sale con lo que hay. A lo mejor todo se ha unido de forma maravillosa. No pensamos que vayamos a hacer algo diferentes. 

Hay ecos de muchas bandas DAF, Joy Division, The Cure, Biznaga, Gabinete Caligari, La Dama se Esconde…¿Hasta dónde llega vuestra paleta sonora? 

Jaime: Ya…Te lo digo de coña y de verdad, estoy en esto para que la gente vuelva a escuchar Heavy Metal. Tengo mi programa de radio donde pongo heavy, hago pinchadas donde casco heavy metal en bares que no son del palo. Mi plan secreto y maligno es poquito a poquito ir escalando para implantar el “new wave british heavy metal”. ¿En qué se cataloga nuestro estilo? Hay veces que decimos que post-punk, ahora hay canciones que lo son y otras que no tanto. Cada vez decimos que es una cosa: “Ciudali wave”, “adulto oyente rock”, “adulto oyente post-punk”. Al final esto es pop rock con sintes y que cada uno lo llame como le salga de las pelotas, como quieran. 

“La picaresca española está siempre entre nosotros” 

En vuestras letras hay un collage de imágenes que pretende atacar al pensamiento del oyente, invitándole a crear su propia película sobre vuestras letras que sin embargo tiene un espíritu tan crítico como burlón.  

Jaime: La picaresca española está siempre entre nosotros. Las letras las escribe Rivas, las dos primeras canciones que hicimos no están en el disco son “Barbacoas en el Cementerio” y “El Verdugo”, que hablaba sobre Casimiro Nemesio, el último verdugo de Madrid antes de la guerra, me gustaba su figura porque daba miedo, me hacía gracia. El resto de letras las ha hecho Rivas, algunas con material y frikadas que se me han ocurrido a mí, luego las da forma para hacer letras frikis en su estilo. Me mola que sean cripticas, extrañas, mezclas de apuntes y cosas que lee y se le ocurren. Es un collage, como bien dices. Hay veces que mezcla dos letras en origen distintas para dar un sentido. Nos mola que la gente saque sus conclusiones, que se monte sus películas y las canciones hagan recordar por la letra a sus vivencias. No somos un grupo de coña, pero siempre hay cachondeo. En Alcalá Norte nos gusta la broma. 

“En Alcalá Norte no hay nadie al volante” 

Algunos hemos caído rendidos desde primera hora por vuestro “barrionalismo”, aquel escrito reivindicando los sueños de Arturo Soria, era brutal.

Jaime: Muchas gracias por tus palabras. El escrito de la unificación fue una ventolera del Rivas, quedó pintón, pero al leerlo pensé: “La madre que te parió”. Yo qué sé, qué más da, lo pone ahí… a tomar por culo. Al final desde el nombre, Alcalá Norte, se nota que es algo que nos gusta. Vivimos aquí, en Ciudad Lineal. Hablamos de La Concepción, de la Calle Elfo…de donde hemos estado siempre. Madrid nos gusta, evidentemente, somos de aquí, pero no es nada pensado. Es lo que ha ido saliendo en este primer disco, quizás en el siguiente nos pensemos un poco la movida. Hemos parido esto. Por parte nuestra, del grupo, no hay nadie al volante. Carlos Elías Caballero, el productor, fue afinando los sonidos y las cosas para que todo tuviera un sentido y una coherencia.

En “Los Chavales”, mezcláis castellano, catalán y francés, dado que son tres pueblos históricamente en conflicto. ¿A cuánta cantidad de gente estimáis que habéis podido ofender con la mezcla? 

Jaime: Espérate, una cosa te voy a decir… en la versión original hay una parte cantada en euskera que sí haremos en directo. No la metimos en el disco porque Carlos nos dijo que iba a ser “mucho refrito de idiomas”. Al final hemos acabado cayendo en un sello vasco, fue un error no grabar la parte en euskera. 

Por cierto, en dicha letra, apeláis a “Les Enfants de la Patrie”. ¿Cuánta gente os ha acusado ya de rojipardismo? 


Jaime:
Qué va… no pasa nada, coño. Joder, no pasa nada. No nos han dicho nada. No estoy puesto en esos temas. Te cuento de qué va la historia de cantar “La Marsellesa”, fue porque Rivas venía de escuchar la versión dub de Serge Gainsbourg en “Aux Armes et Caetera”. Como en el local vamos tocando y él va metiendo cachos. Se lo tiró así y quedó curioso. Se quedó. Es como lo que dices del collage. De acusaciones, no tengo constancia, así que bien, me imagino. 

Uno de los trallazos del disco es “La Vida Cañón”, personalmente me la he tomado como una crítica que enfrenta a los chavales de barrio frente a los chulazos de barrios más adinerados. 

Jaime: Qué va, para nada. Te has equivocado (Risas). Sigo muchas páginas de Facebook viejunas de fotos de Madrid, historia antigua, etc… De pronto veo una foto de un artículo de “Mundo Gráfico”, un semanal del año 35, en que preguntan en una corrala de Lavapiés a uno qué haría si le tocara la lotería. El entrevistado decía: “Buah, si me tocara, se acabó de ir a la clac en los teatros, me compro una butaquita, un tendidito en Las Ventas, un mantón para mi señora y un gramófono… y a vivir la vida cañón. También viajaría iría a Burgos y Soria de donde eran mis padres”. Buah, la polla. Vi eso, se lo mandé a Rivas y a Juanpi, diciéndoles “mirad qué guapo”. A los pocos días estábamos Rivas y yo en una fiesta y escribí la letra. Lo que vi en aquel artículo fue a Antonio Alcántara. “Cuéntame” es mi serie favorita, las primeras quince temporadas las he visto once veces. Jurado. Vi a Antonio Alcántara. Después, Rivas, pervirtió la letra con el rollo de Georgina y la cocaína. Le dije “¿Qué has hecho, hijo de puta?”, “No sé, no sé”… pero como puso la frase “Hace tiempo que no pienso en el horror”, me gustó mucho y dije “me da igual”. Esa letra, la concebí como Antonio Alcántara, un señor de Lavapiés de los años treinta. Finalmente estuve mirando para descargarme el PDF, pero me acabé comprando la revista en “Todocolección” que me costó siete euros, dije, “por siete euros me la compro”. Y aquí la tengo y ya está. (Risas) 

“El Rey de los Judíos” es vuestra revisión de “Cosquilleo” de La Paloma. ¿A qué se debió la elección de este tema para versionarlo? 

Jaime: Esto salió porque el año pasado cuando sacaron su disco, decidieron invitar en la presentación a bandas de colegas y que cada uno tocara una canción asignada por ellos. Nos dijeron: “¿Querías participar?”. De puta madre. Son colegas porque su primer concierto fue con nosotros en Moby Dick en julio de 2021, también era nuestro segundo bolo. Ahí nos conocimos. Les dijimos que sí y nos dijeron: “Podéis hacer lo que queráis”. Muchos de los grupos cambiaron la música, pero no la letra, nosotros como nos dieron libertad total cambiamos la letra, dijimos, “A tomar por culo”. En ese momento Rivas estaba flipado con el evangelio de San Juan, estaba “juanico”. Hizo esa letra que se repetía, ya que se hizo deprisa y corriendo. Al ver que estaba guapa, los de La Paloma nos dijeron que había que grabarla y Rivas decidió meter más letra de otros evangelios. Otra frikada. Una canción sobre el vía crucis de Jesucristo. Ese día, le hice al Rivas una corona, me fui a un parque, cogí unas parras y salió a cantar como Jesucristo. Es una de mis favoritas del disco, ha quedado potente, la verdad. 

Os habéis clavado una de las canciones del año en “No Llores, Dr.G”, por cierto con una letra de lo más política incorrecta. ¿Cómo surgió un bombazo de tal calibre? 

Jaime: Joder, joder. Esa también en otra chotera del Rivas. Salió hace tiempo, fue el primer ejercicio de pop que hicimos. Era un riff de Pedro, nuestro antiguo bajista. La letra te la podría explicar mejor Rivas. De primeras es polémica, te diría que es una canción, yo creo, antifascista. Aunque lo más fácil es quedarse con que dice Goebbels. Es una canción antihijos de puta, anti peña que quiere manipular a la masa para pervertirla a su antojo y no reconocer que es un mierdas. La peña si no dices “puta policía” parece que no es antifascista. A mí me parece una canción muy bonita y si alguien quiere ver cosas extrañas es su problema. Creo que es evidente que la canción habla de un desgraciado.

¿Qué tiene “La Calle Elfo” que los chicos de Alcalá Norte quieren tener su pisito allí? 

Jaime: La historia no es tanto el pisito en la calle Elfo que también, vino del rollo Antonio Alcántara. La explicación de la letra es que el dios Dionisos, Baco, vive en la sierra de Guadarrama y los fines de semana se baja a su ático en la calle Elfo. Los findes se van de after con el resto de dioses, bajan la carretera, van al Alcalá Norte a rendirle tributo, que es lo que se ve en la portada del Lp, los dioses arrimándose al monolítico. Luego se van al after de la calle Elfo a tomarse la última y a hacer el canelo. ¿Qué tiene la calle Elfo? Es una calle importante del barrio, pero sobre todo que el nombre mola un huevo. La calle Sambara es igual, está al lado, pero su nombre mola menos. Nos gusta “El Señor de los Anillos”, nos gusta Tolkien y nos flipan los habitantes de “La Tierra Media”. 

¿Es “Langemarck” vuestro particular “Cómo Perdimos Berlín”? 

Jaime: Claro, esta canción viene porque Rivas tiene como escritor de cabecera Jünger, le flipa. Estuvo leyendo “Tempestades de Acero” que son diarios de guerra. La primera Guerra Mundial es nuestro conflicto bélico favorito, porque es el que más miedo da. La gente pensó que irían a una batalla épica de toda la vida y llegaron allí: todo explotando, una maquinaría brutal para matar gente, 500 muertos en cinco minutos, todos destruidos en una trinchera llena de ratas y mierda. Aquello debió ser horrible, da miedo pensarlo. La canción surgió con el Rivas leyendo los diarios de guerra de Jünger. 

Otra cosa que os está haciendo una publicidad enorme es la particular forma que tenéis de mover vuestras redes sociales, sobre todo en el antiguo Twitter. 

Jaime: El Instagram lo lleva Rivas, el famoso administrador, es el bajista. Lleva Twitter, es un personaje que lleva un montón de tiempo en Twitter. Le encanta y juega un montón. Yo no tenía hasta hace poco, ahora lo tnego y solo sigo a Alcalanorton. No subo nada. Pensaba “¿a ver este personaje qué va a poner?”. Nos conocimos hace tiempo, él es de Barcelona, vino aquí a tocar con nosotros, dejó todo y se vino a currar. Tiene una manera de ver el mundo muy curiosa. Administra el Twitter, a la gente le hace gracia, tiene su legión, estamos contentos con eso. Hemos visto que lo sabe hacer y que hace disfrutar a la gente con ese arte que es llevar el Twitter. 

Ahora que el disco ha tocado la calle. ¿Qué valoración hacéis del resultado final? 

Jaime: Estamos contentos porque ha sido un parto duro hasta por fin ver el disco en nuestras manos. El otro día lo miraba y decía “parece de verdad”. Nos ha costado mucha paciencia, cabreos, tensiones y alegrías después de todos estos años. Aquí está y ahora toca presentarlo. 

La recepción está siendo tremenda, al menos es lo que desprende de los comentarios generales de la gente. 

Jaime: Estamos un poco ilusionados/acojonados. Antes de que saliera había expectación, la gente decía “Buah, buah”. Digo, verás que sale y dicen: “vaya mierda”. Le habrá pasado a alguien tras tanta expectación, no le puede gustar a todo el mundo. Aunque de momento no he visto a nadie decir “no es para tanto”. No lo he visto. Será buena señal. Ver a la gente con tantas ganas, me impacta. El otro día en la firma de discos del Marilians había gente de los nervios. Una chica que decía que se iba a tatuar la vela y la mano del single “Los Chavales” el día 22. Y yo pensando, “estamos chalados”. Ya hasta con tatuajes de Alcalá Norte. Te cagas. 

Personalmente me hizo gracia un comentario del gran John Resnais, un tipo muy escuchado y leído, al que no tengo el gusto de conocer, que decía algo así como: “Un puto milagro. Un grupo madrileño con un disco cojonudo. Lo único que pido es que no cite a Los Planetas entre sus referentes”. 

Jaime: A Rivas y a Juanpi les flipan. A mí no. Que no se entere nadie. A estos les encantan, a mí novia también. A mí el indie no me gusta. (Risas) 

¿Qué perspectivas hay de cara a la gira de presentación? 

Jaime: Hemos hecho las sesiones vermú, la semana que viene presentamos viernes y domingo el disco en el Sótano. A finales de mayo vamos a Valencia y Barcelona. Más tarde, el 15 de junio, iremos a Valladolid, aunque no sé si está publicado. En verano estaremos en un par de festivales, uno en Zaragoza y otro en Granada. En septiembre comenzaremos a movernos en salas. Veremos qué más va saliendo. Intentaremos movernos lo máximo posible por la geografía. 

Antes hablábamos de Administrador, quien está persiguiendo literalmente a la gente del Canela Party para que toquéis en la edición de 2024 que ya está cerrada. 

Jaime: Son esas cosas que no entiendo que digo. “Chico, deja a esta gente en paz”. Debe ser que funciona. No me atrevería, soy muy cortado, no me gusta dar la chapa. Las cosas si salen bien, si no a otra cosa. No me mola taladrar al personal. Él dice que el Twitter funciona así, que la gente lo entiende. Le dejamos que gestione. A la gente le gusta y le encanta. Fantástico, alegría. 

Y ahora que sois la banda favorita de un montón de gente. ¿Qué expectativas te gustaría haber visto cumplidas para la próxima vez que hablemos? 

Jaime: Me gustaría que Alcalá Norte estuviera implantado en el corazón de las personas. Que la gente lo tenga como grupo de cabecera y que vayan a vernos a su ciudad. Que escuchen el disco y guste. Ir a tocar a todos los sitios posibles a lugares lo más grande posibles. Lo que nos dejen y se pueda. Que la gente disfrute lo que hacemos y guste para poder hacer más y continuar con esto.

Beyoncé: “Cowboy Carter (Act II)"


Por: Oky Aguirre.

“They used to say I spoke too country / Said I wasn’t country enough / But if that ain’t country, tell me, what is?” (“Solían decir que yo hablaba demasiado country / Dijeron que no era lo suficientemente country / Pero si esto no es country, dime, ¿qué es?”)

Así de clarito afronta la diosa Bey su octavo y grandioso álbum, el segundo acto de una trilogía para la historia, que comenzó hace cuatro años con “Renaissance”. En aquel "Act I", Beyoncé nos ayudó a poder salir de casa después de haber padecido una pandemia, invitándonos sin temor a meternos en una discoteca de bolas luminosas para bailar sin parar, y con el cual consiguió coronarse como la artista con más Grammys de la historia, con 32. En “Cowboy Carter”, Act II, toca acurrucarnos dentro de nosotros junto con esta texana de ébano y su colección de regalos en forma de canciones, que muchas veces no son tales, sino profundos momentos, sentimientos, palabras, frases y sonidos que acompañan y se acomodan a la voz cada día más exuberante y emocionante de esta mujer nacida para ganar, sabiendo lo que es sufrir. Hace ocho años salió vilipendiada de los Country Music Awards, después de su actuación junto a The Dixie Chicks, donde reclamó con cierto descaro el lugar de la comunidad negra en la historia de esta música, ciertamente olvidada por los sectores más conservadores del país más conservador de todos los tiempos. 

Beyoncé muestra orgullosa el apellido de su madre, el mismo que tienen la familia más legendaria de la historia del country: Carter. Y lo vuelve a hacer encima de ese caballo blanco, sentando otra vez sus gloriosas posaderas para demostrar que tiene argumentos para reivindicar que el banjo lo introdujeron sus ancestros o que durante décadas la comunidad negra, sobre todo las mujeres, también en el ámbito musical han sufrido las injusticias del hombre blanco, dueño de ese muro llamado Babilonia, personalizado desde su infancia en esas emisoras de radio del Lejano Oeste, inexpugnables para las raíces negras.

¿Puedes oírme o me tienes miedo? Así comienza el desafío y la venganza de Beyoncé. “American Requiem” es la primera respiración de un disco concebido para mantenerla en tu memoria. Todo lo que uno imaginaba sobre mover el esqueleto bajo bases pregrabadas, se difumina entre acústicas guitarras analógicas apoyadas en el poderío de las voces Gospel, actualizadas por una mujer en estado absoluto de gracia, dispuesta a darlo todo, ya sea para nuestro confort o para enfurecer a sus enemigos. Afrontar un “Blackbird” como segundo corte, una de las canciones más bellas y trascendentes escritas por un tal Paul McCartney, acerca del apoyo al sufrimiento de las mujeres negras, no hace más que considerar la valía de tener hoy en día a artistas dispuestas a pagar el precio que haga falta por unas regalías que desde hoy nos pertenecen a todas y todos. Escucharla cuando dice en “16 Carriages” que ve cómo sus sueños y vivencias viajan en una desvencijada caravana, no hacen más que acentuar las ganas de seguir un disco que no ha hecho más que empezar. “Protector” es el puente perfecto que una madre como Bey nos hace llegar a través de algo tan personal como la voz de su hija: “Mamá, ¿me puedes cantar esa canción para mí? Ahí la tienes, la nana para tu hija.

Después de este interludio bienintencionado, Beyoncé nos vuelve a poner en su sitio. ¿Puede haber algo más country que escuchar la voz de Willie Nelson en una radio mientras se fuma un joint de marihuana? Pues esto sucede en dos -el otro es en la celestial “Just for Fun”- de esos maravillosos pasajes que Beyoncé inunda por todo el disco.

“Bienvenido a  "La hora del humo"  en KNTRY Radio Texas; Sabes mi nombre, no necesitas saber el tuyo; Ahora, para la próxima canción, quiero que todos se sienten e inhalen; Y ve al buen lugar al que a tu mente le gusta vagar; Y si no quieres ir, busca una máquina de discos. Gracias”

En “Smoke Hour” el anciano Nelson nos anuncia con su eterno tono socarrón “Texas Old ´Hem´", prácticamente la única pieza “auténticamente” country que podrás disfrutar en este disco. Y es tan buena que le ha supuesto alcanzar la gloria, una vez más, al ser la primera artista negra en alcanzar el número uno en los Billboard Hot Country Songs, una lista que comenzó en 1964. ¡Toma patada al Babylon System!

Desde luego a Beyoncé le mola el rollo meloso de Cornershop, porque “Bodyguard” se mueve casi milimétricamente por los senderos de aquel himno “Something Makes You Feel Like” susurrado por la dulce alemana Soko, que a su vez es el “Vicious” de Lou Reed sin duda alguna, resultando igual de delicioso. 

“Dolly P” nos conecta directamente con la voz de la diosa Dolly Parton, presentando su canción, la del nombre más interpretado de la historia del country, una “Jolene” que ni siquiera Beyoncé puede superar. En “Daughter” hay que estar preparado, porque como te pille en el metro o en algún lugar público todo el mundo te verá llorar, que es lo que la esposa de Jay Z pretende, aunque diga que es “fría como el agua del Titanic”, bajo una memorable instrumentación, muy alejada de estilos country, ya que a la mitad se marca una canción aria de ópera italiana “Caro Mio Ben” que a cualquier personita, aunque sea votante de Trump, le aseguro le hará cosquillitas. Otra patadita al Sistema. Un “Que se jodan” en toda regla.

Y es que Bey también es una Motomami, convencida del poder que mujeres como ella, Milley Cyrus -precioso el dueto de forajidas “II Most Wanted”, Taylor Swift o Rosalía poseen ante una industria absolutamente rendida a sus pies, por no decir que pueden hacer lo que les salga del pussy. Hay un tema titulado “Flamenco” y en “Oh Louisiana” la voz pitufa fluye en un interludio blues celestial, como aquel glorioso y definitivo “Olé” final que remataba la española en su ya mundial “Bulería”. En realidad, el disco está repleto de referencias musicales introducidos en cada uno de los temas, destacando un endiablado “Ya Ya” creado para bailar sin parar y marcado por “These Boots Are Made For Walkin” de Nancy Sinatra, donde se une a la mitad jugando con el estribillo de “Good Vibrations” de Brian Wilson, demostrando la influencia que han tenido las armonías vocales blancas en la comunidad negra, algo que ya utilizó Janelle Monáe en su grandioso “Dirty Computer”, que abría junto a la voz del más grande creador de armonías de la historia.

Acojona un poco en la agresiva “Spaghettii”, donde disparando deja claro, junto a Linda Martell, primera afroamericana en cantar en el Grand Ole Opry de Nashville -programa radiofónico de música country y más antiguo de Estados Unidos- y el nigeriano Shaboozey, que “Cowboy Carter” no es un disco country, sino un álbum de Beyoncé, donde no se la puede encasillar en un solo género, sino aceptar que los domina prácticamente todos, lo que queda demostrado a lo largo de estos 27 tesoros que ya son nuestros. Como no podría ser de otra manera, el disco termina de la forma más grandiosa posible. Con Beyoncé cubierta por coros Gospel cantando “Amén”. Si viviéramos en la época de los egipcios, Beyoncé sería Cleopatra.

PD. Habrá que esperar a ver con que nos sorprende en el prometido "Act III", que cerrará una trilogía para la historia. No hay que olvidar que todo comenzó con “Lemonade”, donde vimos a Beyoncé rompiendo barreras junto a un bate de beisbol.

The Meows: “All You Gotta Do”


Por: Txema Mañeru. 

Tony y los fans de la familia de Family Spree Recordings han sido siempre grandes fans de los catalanes The Meows. También son seguidores, amigos y han compartido en bastantes ocasiones escenarios con otros veteranos, pero en este caso vascos como son Nuevo Catecismo Católico. Por eso habrá sido para ellos una enorme satisfacción el sacar un LP de esta seminal banda del punk-rock y rock’n’roll. 

Además, se trata de un disco recopilatorio muy especial ya que contiene demos previas a su debut para No Tomorrow Records e incluso anteriores a su 7” para Goo. No faltan tampoco algunos buenos temas en directo. La chula fotografía de portada, con una de sus primeras formaciones, y la genial contraportada con memorabilia significativa y amplio y buen texto de Mario “Teenage Head” García nos introducen en un disco a la que no falta la buena masterización del fijo de la casa, y siempre eficiente, Mike Mariconda. Se trata de una colección de temas que se grabaron entre el 92 y el 96 y en ambas formaciones coinciden Francis, en la voz, y Enric, primero con el bajo y más adelante con la guitarra. 

La guapa reliquia, pero actual, comienza con un tema titular que es puro punk-rock muy de la escuela de nuevo Catecismo Católico pero con el guapo piano r’n’r de Octavi. Siguen con su excepcional y muy guitarrera versión del "Teenage Lust" de los MC5. Siguen reviviendo a bandas seminales del primer punk con el "Demolition Girl" de The Saints. Les iba mucho el rollo australiano que por eso continúan con el "TV Addict" de The Victims que, creo, también se merendaron Hoodoo Gurus. Crudas guitarras de Enric en "Here And Now" que nos acercan hasta un aceleradísimo cierre de la cara A del vinilo con "Blind", donde l bajo de Henry suena como un auténtico cañón. 

No comienzan mucho más relajados la cara B, con más canciones de chicas como "Slave Girl". Creo que el "Live Life" es el que hicieron The Kinks en “Misfits”. En cualquier caso suena mucho más punk, aunque manteniendo su genial estribillo, representando una de las buenas muestras de sus incendiarios directos. Tampoco podían faltar a la fiesta The Undertones, una banda muy en su línea con este "Male Girl" de gran estribillo pero con guitarras más sucias. De nuevo cierran a toda velocidad con un "Wig" que no creemos que sea el de los B-52’s. Te dejamos que hagas tú tus propias averiguaciones y que de paso disfrutes con estas 11 reliquias que oscilan entre el minuto y veinte segundos de "Demolition Girl’ y los dos minutos y cincuenta segundos de "Here And Now". 

Ojalá tenga una buena recepción y se puedan animar a rescatar algunos de sus LPs de difícil adquisición o a traernos más demos, rarezas o directos, porque The Meows lo valían… y lo valen.

Platz: "Calprotectina"


Por: Àlex Guimerà.

Aunque muchos se empeñen en convencernos de lo contrario, el rock está más vivo que nunca. Aún hay chavales que se dan cuenta que no hay nada más poderoso y "cool" que empuñar una guitarra y poderse expresar al son de las descargas eléctricas y de los golpes de batería. Es entonces donde el talento emerge y van surgiendo grupos de rock a tener en cuenta como Fountains DC, Rolling Blackouts Coastal Fever o Greta Van Fleet, por poner unos pocos ejemplos. Unas bandas que recuperan sonidos del rock del pasado a la vez que innovan y realizan nuevas aportaciones de cara al futuro a este bendito género artístico que es el rock.

En nuestro país, afortunadamente, también sucede lo mismo, como es el reciente caso de Platz, una formación nacida en Valencia en 2020 que con su segundo álbum nos confirman las buenas sensaciones que tuvimos con su estreno discográfico del año pasado "Prochaska y Diclemente". Da gusto ver cómo sus miembros, que apenas alcanzan la veintena -Massad Kassab (voz y guitarra), Lucas Calpe (guitarra), Izan Navarro (bajo) y Daniel Biot (batería) - son capaces de tocar con una habilidad y  energía que sólo su edad permite. Tras la buena recepción de su álbum de debut en su tierra, se fueron a Lleida para componer y grabar este "Calprotectina", en el cual contaron con la producción del músico y artista gráfico Uve Martinez. El título y la portada (el arte es a cargo del padre del cantante, Assad Kassab) hace referencia a una enfermedad intestinal crónica que sufre el propio Massad y a través de la cual han buscado expresar los problemas de la adolescencia como pueden ser la ansiedad o el odio irracional.

Ya en aquel interior disco encontramos muchos ingredientes del indie americano de los noventa: guitarras distorsionadas (Sonic Youth), fornidos punteos de bajo (Pixies), solos imposibles (Dinosaur Jr.), riffs cargados de mala leche (Pearl Jam), cambios de tono alto-bajo (Nirvana),... y un sinfín de detalles sonoros más para perderse. Hablamos especialmente del grunge como influencia en "Estás tan raro"; del hardcore de "Juanma" (¿Husker Dü?), de los paisajes sonoros de "(X)", de los ritmos irresistibles de "Mañana mejor que hoy", y de "No", con sus guitarrazos imprevisibles e irreverentes gritos que les emparentan con los mismísimos PavementY qué decir de la beligerante "Odio por odio", que resulta estremecedora, y parece surgida directamente de las entrañas con esos fraseos tan Rage Against The Machine. Unos fraseos que vuelven a clavar en la inquietante "En pausa", cuyo final es para enmarcar. Memorables son "Déjalo pasar" y "Polvo" con sus tonos épicos que recuperan lo mejor del rock alternativo de los noventa.

Lejos del hedonismo de la música popular que consumen mayoritariamente los jóvenes hoy en día, nos llega este "Calprotectina" con su cargamento de dramatismo, dolor y angustia juvenil, recordándonos que el rock siempre ha sido territorio de los jóvenes y el mejor modo para transmitir los sentimientos más profundos. Larga vida a Platz.

Another Sky: “Beach Day”

Por: Skar P.D.

Los entornos donde se desarrollan y plasman las ideas suelen tener una cierta importancia en la materialización de estas, de forma que un mismo poema o una misma canción pueden tener enfoques distintos según y cómo le afecten al artista compositor. En realidad no se puede hacer la misma canción tumbado en la playa o encerrado en el interior de una cripta. Salvo que los tormentos y los éxtasis sean ajenos a las influencias externas y se trasladen desde un mundo interior único e intransferible. ¿Qué tipo de música y que tipo de letras se pueden pergeñar desde el interior de una cripta? Si nos dejamos llevar por las etiquetas más al uso la respuesta obvia sería que estarían cercanas al gótico de manual. Sin embargo si nos ceñimos al sentido histórico del término, y nos centramos en su plasmación de las luces y de los contraluces, estaríamos hablando de una concepción que podría llamarse catedralicia y ahí, en las catedrales y en los espacios en que se ubican, es donde el rock progresivo clásico, y su evolución actualizada, el post rock, o su más reciente plasmación, eso que se llama rock alternativo  tienen el entorno adecuado y casi cinematográfico, o sea el espectro que va desde Gentle Giant a Radiohead profundizando en los sonidos de bandas como Talk Talk

En las circunstancias actuales de precariedad laboral y vital para los músicos reales, aquellos que no son creadores de contenidos, y que tienen que sobreponerse a circunstancias externas que alteran su entorno, como que se te inunde tu lugar de ensayo, que tengas que sobrevivir en pisos baratos superpoblados, o directamente en una furgoneta, con trabajos mal pagados a tiempo parcial, la posibilidad de desarrollar tu trabajo en la cripta de una iglesia con la acústica y las resonancias inherentes al lugar, al  que has acondicionado como estudio, previo acuerdo con el sacerdote, casi que te condiciona las formas y maneras con las que vas a expresar tu arte. Si se quiere entender el sentido y el contexto del segundo disco de los londinenses Another Sky, llamado de forma casi irónica 'Beach Day', parece necesario entender el entorno creativo. Incluso la portada plasmando a la banda parada sobre el agua, en un entorno abierto y luminoso, parece una metáfora para una banda que, en sus primeras presentaciones en vivo, solía actuar casi a oscuras. Lo de la cripta vendría después. 

Cuatro años después de la publicación de su álbum de debut "I Slept on the Floor", la banda del sur de Londres, compuesta por cuatro ex alumnos de música en la universidad de Londres, Catrin Vincent (voz, piano), Jack Gilbert (guitarra), Naomi Le Dune (bajo) y Max Doohan (batería), y después de algunas vicisitudes entre las que, cómo no, las secuelas del confinamiento juegan también su papel, Another Sky (nombre tomado de un poema de Emily Dickinson) publican este 'Beach Day'' en el que ya venían trabajado antes de mudarse a la cripta, cobrando allí la forma definitiva, con sus correspondientes adelantos previos al anuncio definitivo de una publicación hecha coincidir con la presentación de una canción, "Aimee Caught A Moth", que no estaba incluida en el mismo. “No estábamos seguros exactamente de cómo anunciar el disco. Parecía que necesitaba más que palabras. Y ya habíamos lanzado muchas canciones de él. Así que les regalamos una cara B" (Catrin Vincent). 

Los primeros acordes de "Beach Day", la canción homónima que abre el disco, parecen hacer honor a su nombre por lo aparentemente vitalistas que suenan, hasta que alguien desconocido te susurra "escribes bonitos riffs pero no eres Elliot Smith". Una bofetada de realidad que se enfatiza en el ritmo acelerado para hacer que la siguiente pieza, "Pain", despeje las dudas, si es que las hubiera, de que Another Sky es una banda de amplio desarrollo instrumental, al uso de las bandas clásicas del género. Cuando una voz distorsionada que dice "Me desperté a las 7 de la mañana hice yoga, un poco de limpieza e incluso tuve tiempo para programar mi crisis mental" sirve de apertura a la muy guitarrera y doliente "Feeling", y la desgarradora voz critica a un mundo hiperconectado, el álbum toma velocidad de crucero aunque sea para navegar por ríos, el Támesis claro está, entre la advertencia de que no te caigas en él por si acaso, que de eso es de lo que va el reflejo del britpop, no tan lejano en sus influencias, que es "Uh Oh!".

A pesar del su título, la emotiva "I Never Had Control" es una canción optimista que, entre otras cosas, sirve para constatar que la voz de Catrin Vincent es uno, sino el que más, de los atractivos de la banda. Poseedora de un voz capaz de transitar por multitud de registros, sus tonalidades, andróginas en ocasiones, y su capacidad para visualizar las emociones, características que la hacen terriblemente adictiva, la colocan a la altura de vocalistas como Dolores O'Riordan, por poner un ejemplo. Palabras mayores en cualquier caso pero que quedan confirmadas en la muy emotiva "Death Of The Author", y es que hay que estar muy segura para poder cantar elevando la voz a partir de una confesión que suena a autobiográfica ("¿Cuántas veces puedo arruinar mi vida?”), toda una joya de canción. La poderosa "Burn The Way" posee un cierto aroma al grunge más oscuro, al igual que "Psychopath", que cabalga a lomos de un poderoso riff de bajo y que certifica la dureza instrumental con la que resuelven las encrucijadas líricas de unas letras inteligentes y directas capaces de, como es el caso, resolver una canción con un "jódete" lleno de ira. 

El rock progresivo clásico tiene un cierto aire de profundidad y grandeza instrumental, y esto hace que "Playground" sirva para que las etiquetas del género no les sean ajenas ni mucho menos a los londinenses, capaces además de rebajar tensiones con ligeras y armoniosas melodías en "City Drones", cantada a dos voces, o en "I Caught On Fire", que explota la rama campestre (de folk) del género o con ese indudable aire a folk progresivo, con la estremecedora voz de la señora Vicent mediante, que destila "Start Roaming". El disco se cierra con "Swirling Smoke", el último sencillo extraído de él, que es una canción que parece abrirse paso entre la niebla apoyada en un ritmo de percusión electrónica que por momentos recuerda a los inicios de la banda con aquel primer sencillo llamado "Forget Yourself" y en el que la influencias de bandas como Everything But The Girl se notan diáfanas, solo basta esperar al segundo cincuenta y dos para dejarse mecer por esa línea de sonidos graves y darse cuenta de ello.

Amparado en una producción que lo potencia, este "Beach Day" se muestra como un disco absolutamente convincente, estéticamente irreprochable, con una profundidad lirica y musical de alto nivel y que parece una obra tan madura que nadie diría que es el segundo álbum de una banda que ha pasado por momentos vitales complicados resueltos desde la confianza de unos músicos que han creído en sí mismos. Y luego está la voz, esa voz tan perturbadora, que parece que sale de lo más profundo, desde el subsuelo, que es donde se construyen las criptas. Si duda, un disco para que los más fanáticos del género respiren aliviados y para los que no lo son les descubra una banda de muchos quilates. Un disco de esos que crecen a partir de los latidos del corazón que, a fin de cuentas, es el que hace mantener vivas las emociones. Un disco que sigue los cánones de los estilos que le sirven de influencias, o de las tan socorridas etiquetas, rock progresivo, prog rock, folk progresivo o incluso alt rock, y que como es obvio, no es que las necesiten, sino que te animan a sucesivas escuchas para poder adentrarse en lo más profundo de la música y salir reconfortado.

Rod Stewart and Jools Holland: "Swing Fever"


Por: Txema Mañeru. 

Lo dice todo el título del disco. También lo atestigua la presencia del nombre del acompañante del eterno Rod, ni más ni menos que Jools Holland, uno de los músicos más prestigiosos y heterogéneos del Reino Unido. Su listado de colaboraciones y de recuperaciones a grandes veteranos es muy amplio y significativo ayudado por su legendario programa de televisión, muy posterior a su buen legado con los Squeeze. De igual forma los últimos años de un "relajado" Rod Stewart podían apuntar a un disco totalmente enfocado al swing, uno de sus estilos musicales favoritos y más ahora que lleva ya unos cuantos años dentro de la tercera edad. Más aún, tras los varios irregulares volúmenes de “The Great American Songbook”. En esos trabajos dominaban los temas baladísticos. Aquí prima el baile y la diversión. Casualmente, o no, ambos son grandes fans del género y coincidieron en todas las propuestas y no les fue nada difícil regresar a la música más bailable de mediados del siglo pasado. Han quedado tan contentos que hasta se plantean en girar conjuntamente para defender este buen y divertido disco como se merece. 

Es prodigiosa la selección de temas clásicos de compositores como Louis Prima, Johnny Burke, Oscar Washington, Ray Noble, Roy Brown o el "Tennessee Waltz" final de Pee Wee King. Especial mención también para la The Rhythm And Blues Orchestra de Jools. El equipo de grandes músicos es colosal, como lo es el trabajo de producción con dos gigantes como Nitin Sawhney y el legendario guitarrista de Roxy Music, Phil Manzanera. El trabajo en los coros es prodigioso, comenzando por los del propio Rod y los arreglos, en general, están definitivamente a la altura. Ambos querían que el disco fuera un homenaje a las orquestas de jazz, swing y rhythm and blues y lo han conseguido. También se han permitido jugar con el siempre divertido jump blues. 

Todo arranca ya con el fiestón del clásico "Lullaby Of Broadway" para seguir el jolgorio con los vientos y el genial piano de Jools en el "Oh Marie" de Prima. Se repite la historia en un "Sentimental Journey" en el que los excelsos coros toman un gran protagonismo. Los vientos vuelven a tomar la voz cantante en un explosivo "Pennies From Heaven" e incluso se toman sus licencias para dar juego a bandas más reducidas en temas como el "Night Train", en el que destacan los punteos de Mark Flanagan. Entre tanta música yanqui y mayoritariamente de la década de los 30 y los 40 no podía faltar la representación británica del "Love Is The Sweetest Thing", de Ray Noble

Más baile y sensacional piano de Jools al frente en una "Them There Eyes" en la que se suceden espectaculares solos de saxo y trompeta. Ambos provienen del rock’n’roll y por eso también bordan el "Good Rockin’ Tonight" que popularizó Elvis Presley, con aires incluso doo wop y destacado órgano, así como también más buenos punteos. Más swing con mucha clase y buenos coros hay en "Ain’t Misbehavin’". Con el entusiasmo, el bueno de Rod se atrevió hasta adaptar (bien) el tradicional "Frankie And Johnny" para continuar con más swing contagioso ideal para bailar en un ritmo que casi se acerca al ska en una trepidante "Walkin’ My Baby Back Home". No podía faltar una joya como el "Almost Like Being In Love" que popularizaron Frank Sinatra y Nat King Cole y que les queda niquelado. Por eso fue, quizás, el primer tema que lanzaron para presentar el divertido proyecto. Eso es justo antes de acabar con el citado clásico "Tennessee Waltz", con más fiesta en piano y vientos y al que sólo le faltan unos coros góspel que le podrían haber ido de miedo. La verdad es que es un placer y pura diversión el enfrentarse a esta fiebre del swing que también se observa en forma de baile en muchas fiestas populares. Este disco lo podrán bailar prácticamente de seguido y al completo.