Mark Lanegan Band: “Blues Funeral”

Desde que el rock and roll existe, sus páginas están repletas de artistas “malditos”, poseedores de un espíritu sombrío, vidas marcadas por los excesos o tortuosos sentimientos. Una mística iniciada de alguna manera con el músico country Hank Williams y su turbulenta existencia y a la que Mark Lanegan, por méritos propios, pertenece.

Tras su paso por  Screaming Trees, los chicos raros de la era grunge, desde los años noventa lleva centrado en su carrera en solitario. Para disfrutar de  su nuevo disco, “Blues funeral”, hemos tenido que esperar 8 años, un lapso de tiempo que no ha significado un parón en las actividades del músico norteamericano, como bien atestiguan los diferentes proyectos en los que ha participado en ese espacio, como son Soulsavers, The Gutter Twins o el dúo
con Isobel Campbell (Belle & Sebastian).

"Bubblegum", su anterior trabajo, supuso un relativo cambio en la forma de afrontar sus canciones. Mientras que en grabaciones pretéritas se movía en estilos clásicos como el country, el blues o el folk, desde su perspectiva personal, lo que implica un tono sombrío y intimo, en dicho álbum recuperaba el rock, las fuertes guitarras y la búsqueda de  unas ambientaciones diferentes.

“Blues funeral” supone una vuelta de tuerca más en ese sentido, ampliando más sus miras estilísticas. El álbum además se presenta de nuevo bajo la denominación de Mark Lanegan Band, un grupo “sui géneris” por el que pasan diferentes músicos/colaboradores como Joss Homme (Queens of the Stone Age, de los que ha formado parte), Alain Johannes (también hace las veces de productor), David Catching, Chris Goss o el propio Greg Dulli entre otros.

El elemento novedoso, y en cierta manera de discordia, que guarda este nuevo trabajo es la utilización de bases electrónicas en un buen número de temas. Un aspecto que no puede ser tratado de manera unívoca ya que según el contexto en el que se trate tiene resultados diferentes. Por ejemplo, temas como “Ode to Sad Disco”, con  incipientes ritmos discotequeros, naufragan en parte. Sin embargo, en otros como “The Gravedigger’s Song” obtiene un gran resultado, creando una tensión musical y donde su forma de cantar empasta a las mil maravillas. A medio camino se quedará “Harborview Hospital”, influenciada claramente por el sonido de bandas como New Order,  referencia que junto a Neu!, Can o Kraftwerk, aunque difíciles de encajar en un principio en el espectro de Lanegan, tienen una impronta clara en parte de este disco.

Como se deduce fácilmente del título del álbum, el blues tiene un papel esencial en él. Hará acto de aparición de formas muy diversas, desde el tratamiento actual y moderno de “Bleeding Muddy Water”, hasta la absorbente, desértica y magistral “St Louis Elegy”, interpretada junto a Greg Dulli, pasando por las enigmáticas “Leviathan” o “Phantasmagoria Blues”. 

La faceta más rockera del intérprete norteamericano tomará las riendas en “Riot in my House” , donde las guitarras “pesadas” de Josh Homme se apoderan de la canción, o en la  puntual vuelta a sus orígenes que significa “Quiver Síndrome” . Frente a ellas el tema más folkie y relajado, pero no exento de la profundidad acostumbrada en el músico,  aparecerá en “Deep Black vanishing Train”.

Salvo por algunos desmanes muy particulares, los ya mencionados en cuanto a pasarse de vueltas con el uso de la electrónica, el nuevo disco de Lanegan nos vuelve a proporcionar algo innato a él, la representación de su mundo oscuro y asfixiante envuelto en un rock de variadas influencias en el que mezcla la belleza y la sordidez como pocos saben hacerlo.
 
Por: Kepa Arbizu.