
Cómo decimos el disco se abre con un hit potente cómo es “Cremalleras”, un tema que apunta directo a la cabeza y que sin solución de continuidad deja paso a “Chavales de Instituto”. La primera de las sorpresas del álbum. Se nota que los Sidecars han estado escuchando al bueno de Tom Petty durante los últimos meses y que eso les ha marcado. Se trata de un medio tiempo que supondrá una sorpresa para todos los fans de la banda en cuanto a sonido se refiere. Una batería trepidante anuncia que es el turno de “Merecido”, una canción correcta pero que supone uno de los momentos más bajos de todo el álbum.
Con la distorsionada “Apaga y Vámonos” recuperan el pulso más rockero, para momentos después relajar el ánimo de la mano de la fronteriza “Plan B”, otro medio tiempo “americanizado” sustentado en una armónica, que va in crescendo a medida que el tema avanza. En ella nos desvelan otra historia de desamor, una más de las tantas que abundan en este disco. Tras ella llega el turno de una de las canciones más frescas de todo el álbum, es sin duda “Pastillas de Colores”, un trallazo que gana peso a medida que vas dando escuchas a este “Cremalleras”. Con “Salir a Matar” sorprenderán a propios y extraños. Se trata de un tema que se acerca mucho al sonido de las rancheras. Una bonita canción, donde es patente el buen hacer detrás de las teclas de César Pop, colaborador habitual de la banda. Un tipo que se ha convertido casi en el quinto “Sidecar”.
De la mano de “Miénteme” se abre la recta final de “Cremalleras”. Se trata de un rock vacilón que bien podría haberse incluido en su álbum de debut. Éste tema da paso a la intimista “Luz de Gas”, donde cantan a una nueva derrota en el aspecto amoroso. No hay tiempo para el dolor, puesto que a renglón seguido aparecen las afiladas guitarras que anuncian “Anfetamina”, una enérgica canción donde apuestan por un encuentro casual, en el que los chicos de Sidecars confiesan estar dispuestos a ser “sumiso y fiel” a la merced de aquellas que lo estimen oportuno. El disco se cierra con “Noche en Velero”, sin duda una de las más gratas sorpresas que nos hemos llevado al paladar. Una canción que desprende un aroma de tierna melancolía en la que, entre los juegos de guitarras acústicas y teclados, la voz de Juancho se va rompiendo. Sin duda la mejor manera posible de cerrar el álbum.
La valoración general del segundo trabajo de Sidecars es positiva. Se trata de un segundo álbum que les confirmará en la posición en que les dejó su anterior trabajo. Los madrileños se postulan cómo una de las grandes aspirantes a “comerse el pastel”, es decir, tienen todos los ases en la manga para convertirse en un grupo de masas de aquí a no mucho tiempo. Sinceramente así lo creo. En el aspecto positivo destacaría que con este nuevo larga duración, es patente un intento de evolución en la banda, sobre todo en el sonido del disco. Por su parte las letras no pierden la frescura e inmediatez que nos hizo compararles con Tequila o Los Ronaldos en su día –sin duda esa es su gran baza-, pero si que es cierto que por momentos caen en un juego “post-adolescente” que puede llegar a sonrojar, un claro ejemplo de ello es “Chavales de Instituto”.
En definitiva, “Cremalleras” es un disco para disfrutar, al que considero que una leve reducción en el minutaje hubiera favorecido. Personalmente creo que ese pequeño recorte, hubiera elevado el computo general de todo el trabajo.
Texto: Javier González.