Por: Àlex Guimerà
Hace apenas dos años tuvimos la grata noticia del retorno discográfico de los Pixies con "Indie Cindy", el cual rompía un largo silencio de 23 años que arrancó con el "Trompe le Monde" (1991). Aquel elepé de vuelta se había avanzado o descompuesto en tres EPs que empezaron a lanzarse en 2013. En aquella época los de Boston ya estaban asentados en su retorno con rentables giras de reunión, en las que incluso hubo huída de uno de sus pilares,Kim Deal, finalmente sustituida por otra mujer, la argentina Paz Lenchantin (ex Zwan), tras el fugaz paso de la otra Kim (Shattuck).
Si bien en aquel disco se percibía cierta pérdida de energía y espontaneidad juvenil, así como del habitual embrutecimiento sonoro de la formación, ofrecía buenas composiciones y una cuidada producción en lo que acabamos valorando como un regreso positivo.
Ahora, han pasado dos años y la vuelta de la icónica banda indie ya está consolidada, habiendo tenido estabilidad y tiempo para construir un nuevo elepé ideado ya como unidad. Y el resultado se antoja altamente satisfactorio, pues "Head Carrier" es una obra cohesionada, sin fisuras y en el que se percibe un gran esfuerzo de sus creadores.
Además hay que tener en cuenta que ya han pasado décadas desde las obras magnas "Surfer Rosa" y "Dolittle", y el poso de aquellas ha impregnado hasta los huesos a varias generaciones de bandas, por lo que el escenario ha cambiado radicalmente.
Así, el disco de la confirmación de su vuelta ya no tiene los pretextos ni el efecto sorpresivo del "Indie Cindy", enfrentándose a un panorama musical tremendamente cosechado por las propias enseñanzas de los de Black Francis. Teniendo en cuenta esto, ¿es "Head Carrier" un buen disco? Sin duda alguna. ¿Es lo mejor que el cuarteto nos podía ofrecer? Seguramente.
Con todo, se agradece el enorme esfuerzo que hay detrás del disco, pues las composiciones son francamente buenas (Francis no ha perdido pulso); hay una ardua labor de producción con Tom Dalgety (Sioxsie, Killing Joke, Simple Minds, Band Of Skulls o Macabees) a los mandos; buenos arreglos instrumentales y una actitud de querer agradar sin caer en el recurso fácil, la repetición o el autoplagio.
De nuevo hay muchos pasajes inquietantes y tenebrosos entrelazados con otros más dulces y afables; distorsiones de sucias guitarras junto a otras más nítidas; sección rítmica potente y ese juego de tono bajo alto que tan bien han explotado siempre.
Empezando con la que titula el disco con su tono épico a la vez que melódico bajo unas incendiarias guitarras de Santiago.
Hay que decir que en el álbum hay mucha presencia de power pop, como en "Classic Masher", "Tenement Song" u "Oona" , que podrían pasar por temas de gente como Weezer, Fountains Of Wayne o Nada Surf en los noventa. Más poperas y menos poderosas son otras como “Might As Well Be Gone” o “Plaster of Paris”, que nos recuerdan la cara más desenfadada de los de Boston. A destacar también el salvajismo devastador de “Baal’s Back” en la que por momentos recuerdan a los AC/DC más primarios. En cambio “Talent” trae aromas a los Interpol (y por ascendencia a Joy Division) , mientras que “All I Think About Now” aparece con considerables reminiscencias al “Where Is My Mind” aunque la voz tierna de Paz la lleva hacia otros derroteros. El divertimento irracional viene con la hardcore “Um Chagga Lagga” y las alternancias entre voz masculina-femenina que se encuentran en "Bel Esprit".
Son las partes del que sin duda es un buen disco. Hecho desde el esfuerzo por no perderse en exceso en el pasado a la vez que reivindicar una identidad. Coherentes y plagados de canciones que nos vuelven a conquistar como antaño. De nuevo gigantes.