Sinceramente tendría que volver la vista muchos años atrás para encontrar un disco tan sobrecogedor como "Mapa Mental", el nuevo trabajo de Carlos Ann. Un conjunto de medios tiempos, muy bien hilvanados, que no dan un solo instante de tregua, valientes y arriesgados, que invitan a conocerlos en la soledad de la noche, con tus cascos y una copa de buen vino como compañía única, para atender a sus matices y a unas letras apasionantes en toda su extensión que regalan una buena dosis de inquietud, esa que contrae el pecho, mientras se clavan mil puñales pequeños con una intensidad absoluta que de verdad embriaga.
Imagino que el término "Mapa Mental" no es más que la afirmación nada velada del transito de su propio autor por todos aquellos pensamientos, sensaciones y pulsiones que le vienen rodeando en los últimos años, instantes no del todo felices para él, diríamos que más bien crudos, que sabemos no han sido precisamente los más fáciles en la vida del cambiante genio barcelonés que a buen seguro le han metido algún que otro demonio en el cuerpo que ahora aprovecha para exorcizar.
Me temo que esta vez Carlos nos invita en ésta corta y directa entrega a acompañarle en un viaje emocional, doloroso y altamente reflexivo, en el que desempolva sus recuerdos y vivencias, compartiendo reflexiones con su día a día actual, entre amagos de costumbrismo que evidentemente no hacen más que ayudarnos a sentir plena identificación con las heridas del protagonista.
Así, entre ambientaciones e instrumentos de época, vamos pasando hojas al diario con "Paris Aísa Barcelona Calella", cadenciosa entre sus aromas efímeros y un final arrebatador, "Las Hormigas Enloquecen", una mirada al pasado entre incertidumbres y desamor, la apariencia electrónica de "La Prisión no nos Salvó", más densa y cruda aunque con un mensaje final optimista.
Especialmente brillante resulta el tono que evoca en "Arthur Cravan", con la colaboración de Abraham Boba, León Benavente, con el recuerdo a sus padres, entre reflexiones de juventud y hacia el paso del tiempo, enlazado con los amores perdidos, unida a "Berlín", asentada en una guitarra acústica y con ese toque de bohemia decadente, en ella es fácil imaginarse al Carlos más químico, no se sabe si le canta a una dama o al dealer de confianza, con unas segunda voces obra de otro buen amigo, Shuarma de Elefantes, rememorando sus duelos en aquel experimento que tuvo por nombre "Bushido", en maravillosa terna con la cruda "Nuestro Amor fue un Fracaso", con la que es imposible no caer en bucle, ya que es maravillosa, de lo mejor que ha escrito nunca El Tigre del Congrés.
Entre lo atmosférico y lo étnico deambula en "Cientos", otra referencia evidente al distanciamiento entre personas, donde se podría rastrear por la cercanía que sabemos les une la sombra del Bunbury de "Radical Sonora" e inclusive de la carrera de Phil Manzanera en solitario, rematando tan fantástica obra con la valentía absoluta que supone "Todo es para Bien", recitada a medias con Alejandro Jodorowsky, sobre la base de un poema del autor chileno, donde también asoma sin lugar a dudas la figura de Leopoldo María Panero.
Con "Mapa Mental" tengo la sensación de que Carlos Ann hace efectiva una invitación a conocer la riqueza de su interior, tanto en el plano artístico como en el personal, a través de unos textos relativamente desnudos, donde la musicalidad de los mismos no es más que un recorrido que nos lleva por todos los paisajes sonoros que ha tocado a lo largo de una trayectoria altamente interesante, que ahora firma sin lugar a dudas su obra cumbre, aquella que le debería llevar a hacer una gira por nuestro país que desde hace mucho venimos añorando quienes le admiramos.
Gracias, Carlos, por haber volcado tu corazón y el alma en un trabajo tan dolorosamente bello como altamente disfrutable.