Charlie Louvin con Benjamin Whitmer: “Satán Es Real”


Por: Javier González

The Louvin Brothers fueron una dúo de country-góspel formada por los hermanos Ira Lonnie Loudermilk y Charlie Louvin Elzer Loudermilk, intérpretes y compositores que contaron en su haber con un buen puñado de canciones reconocidas sobre todo en el circuito musical americano, donde cortes como “When I Stop Dreaming” fueron auténticos himnos; algunas de las mismas fueron versionadas por otros compañeros de profesión entre los que cabe destacar nombres como los de Johnny Cash y Ray Charles, pero por encima de ese bagaje habría que destacar el hecho de ser dueños de una experiencia vital que conviene ser mirada al milímetro quedando recogidas muchas de esas vivencias en este fenomenal “Satán es Real” -Es Pop-. 

Una biografía que sigue las coordenadas de otras ya escritas por/para las estrellas del rock primigenio y del country, donde las infancias duras, recolectando algodón en parcelas de escasa productividad y con la escasez acuciando a cada instante, son la punta del iceberg para acercarnos a una vida en la que el esfuerzo no se negocia, donde los sueños van tan asociados a la música como constante es la presencia de un Dios que es la cara amable y el refugio interior ante determinados tormentos, en contraposición al fuego eterno del infierno que tan presente está en estos paisajes de esta América profunda. 

Aquí las escenas se presentan a veces grotescas, repletas de violencia en algunos pasajes, sin omitir ni edulcorar nada, ni palizas paternas ni enfrentamientos entre hermanos, que los hay y muchos; también hay hueco para mostrar la parte oscura del negocio, donde los intereses, el alcoholismo y la falta de estabilidad hacen tambalear el débil ecosistema que rodea a The Louvin Brothers, pero en el que resalta la camaradería entre compañeros de profesión y el sabor añejo de un período único. 

Es emocionante leer los pasajes que emparentan al dúo con nombres propios como los de Hank Williams, Elvis Presley, Johnny Cash, Kris Kristofferson, encargado de hacer el prefacio, y otros tantos que aquí salen a relucir, siendo ejemplos de armonía, empatía, convivencia y respeto entre todos ellos, demostrando la pureza personal de muchos de los protagonistas de aquellos tiempos. 

Las melodías que resuenan mientras uno lee este conmovedor relato nos llevan a otra época, a otra forma de vida. Son voces de un pasado duro y sincero, donde el gesto amable y las pieles finas no tienen cabida. El drama y el éxito viven a escasos metros en la misma calle y en las mismas personas, forjando una leyenda atemporal y cruda pero que rezuma autenticidad. 

Este “Satán es Real” es un texto repleto de enseñanzas, donde deberíamos acudir para ser conscientes de lo afortunados que somos aún en estos tiempos extraños, dejando de lado la autocompasión por un instante. “Satán es Real” es un destello de rebeldía, libertad y vida por los cuatro costados. La afirmación de que no todo está en los libros, es bastante cierta, pero mucho me temo que no sirve cuando hablamos de libros tan vitales como los de este género y calado.